Casi las doce y el acceso a la ensenada de Bolonia ya requiere paciencia. Va descendiendo el camino hacia la costa entre los escasos edificios de la zona - "Apartamentos Paraíso", antes "Don Paco"-. Llegó aquí a tiempo la protección. Suavemente la tierra se une con el mar en la estrecha franja de arena de esta la preciosa bahía hoy punteada de sombrillas.
Suerte que Baelo Claudia tiene aparcamiento propio y los bañistas lo respetan. Ya conocíamos el enclave, volvemos ahora, para documentar la tesis de mi hijo, a ver especificamente los restos de la industria de salazón.
Acueductos, plazas, templos... de hace dos mil años. Ahora piedras.
Aprieta el calor y mi sobrino busca tregua agitando la camiseta. Entre las piedras antiguas, en la alfalfa, la brisa.
sol de justicia,
en el templo de Isis
un saltamontes salta
.en el templo de Isis
un saltamontes salta
Sombra escasa la de los acebuches. En medio de las ruinas un gran ombú. Ignoramos la buena sombra y seguimos a mi hijo que va explicando detalles... garum y acebuchina hispanos para la Roma de Augusto... Al fondo la gran duna y pinares... dos mariposas blancas vuelan entre las tumbas...
Busco a mi padre en la expresión de mi sobrino y no lo encuentro, tampoco en la de mi hijo.
Aceleramos el paso buscando la salida ... caldarium... tepidarium...
En el perfil de África creo distiguir casitas blancas...
flores de alfalfa -
la voz de mi hijo
explicando las piedras
la voz de mi hijo
explicando las piedras