Ascensión al Taga

[jclimentb]

Llegamos al pie de la montaña, conocido como el Coll d´en Jou, y la vista nos corta el aliento. Naturaleza salvaje. Bajo los pies, una alfombra verde de hierba. Recuerdo en estos momentos los versos de Walt Whitman donde habla de ella:

"Y ahora me parece que es el hermoso pelo sin cortar de las tumbas"

Aquí no hay lápidas, pero si la tierra fértil dadora de vida. Y toda vida se alimenta de muerte. Y toda muerte se convierte en vida.
La cima del Taga se alza hasta las nubes. Su fuerte desnivel no pone las cosas nada fáciles. Sobretodo a la gente de ciudad, poco habituada a pasear sus cuerpos blandos fuera del asfalto.
Comenzamos la ascensión mientras se disparan las pulsaciones y los pulmones nos arden luchando por coger aire. Parece que en cualquier momento las maltrechas piernas vayan a dejar de sostenernos.

Tiemblan las piernas.
Oculta por las nubes
se halla la cima.

Cada paso es un suplicio, cada paso es una victoria. Y así, poco a poco, vamos avanzando metro a metro. Por el camino, unas vacas que pacen, nos miran con curiosidad, mientras con la cola espantan a las moscas. ¿Cómo deben subir hasta aquí?. Es casi humillante que un animal tan grande pasee relajado y sin esfuerzo por estos parajes, mientras nosotros luchamos desesperados por coger algo de aire. Acariciar a estos magníficos animales nos da la excusa perfecta para descansar unos minutos.

!Cómo molestan!
De los ojos vacunos
beben las moscas

Una vez recuperado el aliento, continuamos subiendo el Taga. A lo lejos vemos la figura de una vaca que parece estar durmiendo. Al acercarnos, un hedor fortísimo nos indica que la vaca no duerme. Como nos temíamos la vaca está muerta. Está tumbada, en una postura imposible, con el cuello roto. Moscas, escarabajos y dentro de poco los carroñeros, darán buena cuenta de ella. La montaña se encargará de hacerla desaparecer. Después de todo, parece que para ellas tampoco es tan fácil pasear por aquí.
Nos alejamos rapidamente del cadáver. Hallamos renovadas fuerzas con tal de huir de este olor.
La cima está cada vez más cerca. La cruz que la corona parece poder tocarse alargando el brazo. Unas mariposas vuelan a nuestro alrededor, como saludándonos.

Las mariposas,
dando la bienvenida
camino al Taga

Cuando por fin llegamos, nos dejamos caer agotados. Miramos a nuestro alrededor y nos quedamos sin habla, aunque esta vez es debido a la belleza del paisaje y no por el esfuerzo. Las montañas que nos rodean, los valles verdes, las nubes blanquísimas, tan cercanas...
Todo es tan perfecto que no querrías marcharte nunca de aquí.
Bajo la cruz, hay una libreta donde anotar una frase, un recuerdo. Testimonios de los que han estado aquí. Yo escribo un par de haikus. En el momento de escribir el segundo, una familia de águilas doradas vuela sobre nosotros, observándonos curiosas.

Curioseando,
las águilas planean
sobre la cima.

Saludos
Jordi Climent

[Sandra]

[...] la tierra fértil dadora de vida. Y toda vida se alimenta de muerte. Y toda muerte se convierte en vida. [...]

Creo Jordi que esta frase anticipa lo que luego nos cuentas. Todo parece girar alrededor de este ciclo vital del cual somos parte.
Me gustaron mucho los haiku que incluiste, tienen "vida" propia aún si los lees fuera del texto.
No puedo negar el impacto que me causó la imagen del cadáver de vaca, creo que llegó hasta aquí el olor. En verdad, me quedo con las águilas doradas para el cierre.
Gracias por compartir el ascenso al Taga con nosotros.

[grego]

Yo también te felicito, Jordi, por tu haibun, muy bien elaborado, con unos haiku que le vienen muy bien al texto.

[jclimentb]

Muchas gracias a ambos!

Fue un auténtico placer, compartir esto con todos vosotros.

Saludos
Jordi Climent

[Inesvillan]

Siguiéndote en tu ascensión al Taga ¡casi me quedo sin aliento!
Muy bien logrado Jordi: Te felicito

Saludos
Inés Villán