Hola amigas y amigos de Paseos.
Recibimos un nuevo artículo de nuestro amigo Fernando que siempre nos ayuda en nuestro aprendizaje.
En esta ocasión trata sobre el empleo de los ideogramas (“kanjis”) y los caracteres silábicos o “kana” en el haiku, sobre cómo los japoneses utilizan ambos recursos para dotar al haiku de mayor expresividad. Me llama la atención la riqueza que suponen los kanjis al ser unos caracteres gráficos y simbólicos.
Ilustra el artículo con un hermoso haiku de Mokusetsu, que con las explicaciones de Fernando resulta más entendible aún.
El toque de humanismo, como suele hacer el profesor, lo pone con su referencia a la inocencia de los niños.
Muchas gracias, querido Fernando, por sus interesantes aportaciones a este taller.
UN HAIKU JAPONÉS ESCRITO CON ABUNDANTE SILABARIO
Sabido es que la lengua japonesa puede expresarse por escrito mediante la combinación de ideogramas (“kanjis”) y silabogramas (caracteres silábicos o “kana”, dispuestos en dos sistemas: “hiragana” y “katakana”) . Por lo general, y tanto en verso como en prosa, los kanjis sirven para expresar los elementos nocionales (nombres, verbos, adjetivos…), y favorecen mucho la comprensión del texto por parte del lector; mientras que los silabogramas (el sistema más usado en haiku es el hiragana) se usan para expresar algunos pronombres, posposiciones, marcas de función gramatical, etc. Lo normal en un haiku escrito es que este muestre un equilibrio entre ambos recursos, a razón aproximadamente de un 40% de kanjis y un 60 % de hiragana. No suele haber signos de puntuación, como nuestros puntos, comas, dos puntos, etc.
En alguna otra ocasión he presentado cierto haiku escrito enteramente en kanjis: un haiku muy especial de Kyoshi.
Un haiku escrito todo en hiragana, aún no me lo he encontrado. Para buscarlo, yo me iría a antologías de haiku escrito por niños y niñas, cuyos jovencísimos autores estén en cursos iniciales de escolarización; resulta lógico que aún no dominen los kanjis.
Hoy voy a presentar un haiku que me he encontrado, de cierto contemporáneo de Bashoo, llamado Mokusetsu (sus fechas de nacimiento y muerte son desconocidas). Lo que ante todo me ha llamado la atención en dicho poema es que solamente incluye un kanji (cuya lectura es “take” ‘bambú’ -dos sílabas en japonés-) entre quince caracteres silábicos en hiragana, completándose así el número canónico de diecisiete sílabas, mediante el conocido esquema métrico de 5/7/5 sílabas en tres versos. De hecho, el único kanji aparece abriendo el segundo verso.
El haiku en cuestión reza así:
suzushisa wo / take ni nokoshite / hare ni keri .......... Mokusetsu ............. (ver ic. 1)
Aclara el día:
va dejando el frescor
en los bambúes.
Tal haiku japonés admitiría al menos dos kanjis más en su expresión gráfica, quedando igual la lectura y la métrica del conjunto (ver ic.2). Aunque mediante este cambio la lectura resultaría más familiar y normal para un público japonés no tan infantil.
El presente haiku, tal como se nos ha transmitido (ic. 1), cobra así en su lectura un aire infantil, que le da cierta ternura y encanto. No olvidemos que Bashoo, entre sus consejos sobre el haiku, postulaba como público para este "alguien que mida un metro de alto”, es decir: un niño o niña no muy crecido aún. Igualmente, Jesús de Nazaret dice en los Evangelios aquello tan repetido de que “si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”.
Con todo, yo no me quedaría feliz si no rompo una lanza también a favor de los kanjis. Los kanjis de la lista oficial (unos 2.000) hay que saberlos, o por lo menos la mitad de ellos –dejando la otra mitad para consultas de diccionario (consultas que los mismos japoneses hacen sin rebozo, mucho más que nosotros con nuestro Diccionario académico)- para poder leer normalmente. Pero los kanjis facilitan mucho la comprensión. Pensemos por un momento qué nos sucedería si no contáramos con las cifras árabes (del cero al nueve), que son nuestros ideogramas. Si en vez de escribir un número telefónico en cifras, tuviéramos que ponerlo en letras:
Nueve cinco cuatro siete seis ….
Mejor no pensarlo, por el mareo que nos daría.
Los kanjis japoneses hay que estudiarlos, pero su aprendizaje compensa, para llegar a ser capaces de leer como quien va contemplando la realidad a través de imágenes.
Recuerdo que en cierta ocasión algún japonés o japonesa me dijo que no era igual leer poesía escrita con predominio de kanjis, que hacerlo cuando predomina el hiragana. Pienso que la diferencia puede estar en visualizar mejor el contenido a través de los kanjis.
Como breve comentario al poema de Mokusetsu, añadiré lo siguiente:
El haijin nos ofrece la idea de que el hecho de abrirse el día y aparecer el sol, aporta connotaciones de calor: el clima va a subir ya. ¿Dónde queda el frescor ambiental entonces? La naturaleza confía al cañaveral de bambú la misión de albergar el frescor en su grata sombra. Un precioso refugio se abre allí, que anima nuestro aliento.
Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala. Universidad de Sevilla.