CANTAR LO COTIDIANO: ONITSURA, CHIYO, FEDERICO GARCÍA LORCA
De ese modo -como espero mostrar en este artículo- lo han realizado Onitsura (1660-1738) y Chiyo (1703-1775) en el haiku japonés; y un eco de ello encuentro en la poesía de Federico García Lorca.
De entrada, nos topamos con una aparente paradoja, pues lo cotidiano suele devaluarse como una mera "perogrullada" o "una verdad de Pero (=Pedro) Grullo", según el siguiente dicho popular: "Una verdad de Pero Grullo: que a la mano cerrada llamaba 'puño'." Se trata de algo tan obvio que parece -ya de entrada- opuesto a la buena poesía, cuya clave está en el asombro.
Sin embargo, puede ser que el poeta esté buscando una nueva vía de interés. Es lo que hacen los autores recién citados, incluido nuestro compatriota Federico.
El foco de atención de Onitsura , en sus dos haikus que aportamos, es la flor del cerezo, muy emblemática para el país del sol naciente: cuando esta florece, se estrena la primavera, que en tiempos de Onitsura coincidía con el estreno del Año Nuevo. Dicha flor aparece explícitamente como "sakura" en el haiku (1), y sobrentendida -como "haru no hana" o 'flor de primavera'- en el haiku (2). (Las traducciones de (1), /2) y (3) son mías).
(1) sakura saku koro / tori ashi nihon / uma shihon
Cuando flora el cerezo,
dos patas para el pájaro,
cuatro para el caballo.
(2) me wa yoko ni / hana wa tate ni / haru no hana
Ojos horizontales,
nariz vertical:
flores de primavera.
Suena a perogrullada decir que el pájaro tiene dos patas, y el caballo -como cuadrúpedo que es- cuatro. E igualmente suena aquello de proclamar que nuestros ojos se alinean horizontalmente -y muy en especial, los ojos rasgados de los japoneses-, y nuestra nariz -más pronunciada para los occidentales- verticalmente. Pero tales realidades cotidianas y -por suerte- normales, cobran realce para la sensibilidad del haijin, hallándose esta especialmente agudizada ante la floración de los cerezos. La flor del cerezo es tan hermosa que nos lleva a celebrarlo todo.
Chiyo lanza también un canto a lo cotidiano cuando crea este haiku:
(3) kite mireba / mori ni wa mori no / atsusa kana
Si a verlo vienes,
el bosque siempre alberga
calor de bosque.
La repetición de "mori" 'bosque denso, o selva' es patente en el texto original, y la reproduce mi traducción. Sin duda cae de su peso que el bosque tenga calor de bosque. Pero tal circunstancia la percibirá alguien si se acerca a verlo: "kite mireba" 'si vienes a verlo", como un eco del famoso "yoku mireba" 'si miras bien' de un haiku de Bashoo. Pues un bosque visto desde la distancia puede transmitir una sensación más bien de frío.
Tanto en Onitsura como en Chiyo predomina aquí el estilo nominal, apareciendo dos verbos -"saku"'florece' en (1), "mireba"'si miras' en (3)- solo en cláusulas subordinadas. Tal estilo propicia una visión contemplativa plácida, reposada. Debemos, pues, sensibilizarnos ante la belleza natural, para así saber valorar lo cotidiano. Y en consecuencia, debemos acercarnos físicamente a la naturaleza para tenerla al alcance de nuestros sentidos. Simplemente esto. Nada menos que esto.
Federico García Lorca sin duda lo intuyó, cuando cantaba así en el "Romance sonámbulo" (la estrofa aparece al principio y al final del mismo; es un poema de su "Romancero gitano"):
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
También aquí predomina el estilo nominal.
Parece una obviedad situar el barco "sobre la mar", y al caballo "en la montaña" (especialmente, cuando el caballo representaba una singular ayuda para viajar por la montaña). Pero Federico se valió de lo ordinario para enaltecer lo extraordinario; captó ahí una inspiración superior y así nos la transmitió, tan bella como para enmarcar un gran poema inolvidable.
Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala