SIMBOLISMO Y FEÍSMO.
Aquí estamos hoy ante unos preciosos insectos -como la cigarra, el grillo- que con sus respectivos cantos, más o menos chirriantes o agudos, dan testimonio de la vida natural, y de la estación climática en curso. Naturaleza y kigo -en suma- entran en juego, que es como decir: nos encontramos en una oportuna antesala para el haiku.
Pero he aquí que la vida humana irrumpe en ese rito de la naturaleza, para venir a cortarlo abruptamente. Un niño -queda expresada así a las claras su identidad masculina en nuestro segundo haiku (6), dándose a entender en el primero (1)- se ha sacado de entre la ropa el miembro viril, para orinar sobre el animalito en cuestión. No tiene importancia alguna el posible exhibicionismo, pero sí esa voluntad malévola de fastidiar a una criatura de la naturaleza. Tal rasgo es el que subraya en ambos casos el poeta, dando fe casi notarial de su existencia. No hay moraleja explícita en los poemas, ni debe haberla (podría ser algo así: "Esos animalitos son inocentes; y el niño no. ¡Parece mentira!", o bien: "¡Eso no se hace!"). Simplemente se describe el hecho, y se somete a nuestra consideración, como lectores que somos.
El haiku (1) es de Issa, y reza así:
hatsu semi to / ieba shooben / shitarikeri
¡Ya llegó la cigarra!
grita él, y sin más
se le ha orinado encima. ...................................(Traducc. mía)
En realidad el grito humano que se describe en el original, está diciendo "¡La primera cigarra!" -"hatsu semi" (2)-, como señalando la llegada a los campos de dicho insecto.
El término "shooben" (3) es una voz muy corriente para la orina; a la letra, se trata de un cierto eufemismo, algo así como 'necesidad menor'.
El verbo y su terminación (tercer verso: "shitari keri" (4)) equivale simplemente a 'hacer', como diciendo 'hace su necesidad menor' (= él se orina). La terminación "-keri" era en su origen de pasado verbal, pero con el uso frecuente de los poetas se había convertido ya en un kireji -o palabra de cesura-, desligado de toda precisión temporal, y conservando -si acaso- un ligero matiz aspectual de "acción realizada"; y así aparece en el famoso haiku del cuervo de Bashoo: "karasu no tomari keri (5): 'un curvo se ha posado', o también: 'donde se posa un cuervo'.
El kigo de este haiku (1) es de verano: "semi" 'la cigarra'.
El segundo haiku (6) que quiero traer a colación lo he encontrado en la antología de haikus españoles titulada "A la intemperie"; de Juan Francisco Pérez y María Victoria Porras (Ed. Haibooks, 2006):
Niño pequeño
Con el chorro del pis
incordia a un grillo
(No hay signos de puntuación en la citada antología; sí, un uso curioso de las mayúsculas)
El kigo aquí es de otoño: 'grillo' (en japonés actual sería "koorogi"; en japonés antiguo podía ser "kirigirisu").
¿Influyó Issa u otro haijin japonés en estos autores contemporáneos nuestros? Puede ser, pero la cuestión es superflua. La sensación de realidad, de algo visto a lo vivo y transmitido como tal, es muy evidente, tanto en Issa como en nuestros compatriotas.
En el haiku de estos últimos es muy gráfica visualmente la frase "el chorro del pis"; y especialmente frente a la expresión eufemística de Issa. Igualmente es digno de notarse que Juan Francisco y Mª Victoria hacen una acusación más explícita de la conducta del niño, cuando dicen expresamente que "incordia" al animalito; aunque la acusación queda mitigada al decírsenos que se trata de un niño "pequeño". En cualquier caso, Issa deja este aspecto mucho más desvaído.
Creo que nuestros autores hoy comentados nos brindan una buena muestra de cómo escribir auténtico haiku -con corrección prosódica, con adecuados kigo, con visión global de naturaleza...- valiéndose de imágenes algo ingratas de presenciar, pero bien reales.