Renovación del haikú (Porfirio Hernández)

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fanega
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Renovación del haikú (Porfirio Hernández)

Mensaje por fanega »

Hay una corriente de la poesía que busca la brevedad, por convicción y por intuición estética. O por influencia. El caso más notable entre nosotros es el de José Juan Tablada (1871-1945), quien además de cultivar una poesía de perfecciones métricas, quiso recrear en español la gracia y profundidad del haikú japonés, que reúne economía verbal, humor y lenguaje coloquial, mediante una imagen exacta e insólita.

Ya hemos hablado aquí de su incursión en la poesía oriental, primero como incipiente traductor —que nunca dejó de ser—, luego como autor de haikú:


Trozos de barro:
por la senda en penumbra
saltan los sapos.

El poeta mexicano Octavio Paz (1914-1998) examinó con precisión la poesía de Tablada en Las peras del Olmo (1957), en la introducción a Sendas de Oku, de Matsuo Basho (1973) y en Generaciones y semblanzas (1987), por citar tres lugares donde Paz reconoce en Tablada a un poeta “breve y desigual”, pero que “alcanza en unos cuantos de sus haikú una difícil simplicidad que tal vez habría merecido la aprobación de Basho” (Sendas de Oku, 1973).

Desde los poemas de Tablada hasta nuestros días, el haikú ha gozado de innumerables adeptos en México, primero atraídos por el exotismo de la poesía oriental, y luego, porque el haikú permite también la reunión del humor con la imagen, en un país donde el albur es rasgo de identidad y la muerte, oportunidad de fiesta.

El pequeño mono me mira
¡quisiera decirme
algo que se le olvida!

Ahora mismo recuerdo de memoria aquel hermoso poema de Elías Nandino (1903-1993):

Una gota de rocío
y dos pétalos de rosa
¡hacen una mariposa!

Me llama la atención especialmente un autor reciente: Israel López Balan (1976), que publica casi diario su Mercado de pulgas. Yo lo leo con curiosidad:

viento de otoño -
a la misma hora
campanas de varias iglesias

Su práctica es la de un observador paciente y aguzado, que detecta el haikú preciso en la realidad urbana circundante. Todos los días. No alude al humor, pero detona ecos de una ciudad donde todo es posible, incluida la mudanza de casa, la lluvia, el arcoiris. En su caso, el haikú puede estar en todo.

Nos enseña que el “aquí y ahora” es la insignia del haikú en español. Como la literatura misma, que se renueva cada vez que es leída. Casi un accidente.

~ por Porfirio Hernández en 2 Octubre 2008.
http://hormigas.wordpress.com/2008/10/0 ... del-haiku/
Paz y Bien...

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Después de todo, mi camino no es más que el camino de seguir mi estupidez hasta el final... (Santoka)
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